viernes, 31 de diciembre de 2010

Pájaros

Esta mañana me desperté temprano para dar una vuelta. Cuando salí a la calle pude oler el frío apalancado en cada rincón de las aceras. A la primera ráfaga de aire escondí mis manos congeladas en el interior de los bolsillos de mi calentito chaquetón negro. Sin pensarlo dos veces y olvidando el sutil tacto de la humedad bajo mis pies, alcé la vista al cielo, y allí se encontraban:

Los pájaros, seres independientes, que únicamente necesitan volar y cazar para poder sobrevivir. Animales poseedores de unas peculiares características que han permanecido intactas a lo largo del tiempo y que se mantendrán sin ningún rasguño por muchos siglos más.
Son seres puros, alados, libres para surcar cada cielo que se ponga en su camino. Sin ninguna preocupación en sus diminutas mentes, sólo la de llegar a los sus nidos donde yacen sus pequeñas crías para alimentar sus bocas y dotar de alimentos sus cuerpecitos.
Nunca olvidan lo que dejaron atrás, siempre vuelven al mismo lugar de partida, hasta que en ese lugar ya no queda nadie, ya que las crías han volado como ellos y han decidido marchar del refugio.
Ellos son lo más parecido a los ángeles que tenemos en este mundo
Una sabia especie que se une cuando a lo lejos se divisan grandes dificultades. Batiendo las alas de arriba a abajo disipan las tormentas que pueden estar acechando el cielo. Con sus sentidos al máximo tienen el poder de huir de los temporales más feroces y huir lejos del frío, allí donde nadie pueda encontrarlos.
Pueden permitirse ver mundo, viajar a través de los mares surcando océanos, divisar cualquier terreno, cualquier ciudad, visitar todos los secretos del mundo sin ser descubiertos.
Al igual que poseen el don de la orientación, el cual les permite regresar a sus hogares sin necesidad de perder el rumbo. Los pájaros siempre vuelven de donde marcharon, son sólo siluetas en el aire esbozando imágenes de libertad.

Nosotros siempre nos quedamos perplejos cuando una bandada de estos animales intenta cruzar los cielos. Van tan juntos, apelmazados, acompañados los unos de los otros, que nos da bastante envidía lo que observamos con tanto detenimiento. Se forma una imagen homogénea en nuestras pupilas, como si de un sólo animal se tratase. No se nos va el pensamiento de:“Ojala fuesemos como ellos, tan libres, tan juntos, tan inseparables”
Pero como todo en este mundo tiene un precio. Vuelan siendo concientes de las consecuencias traspasan tierras a merced de las agresivas aves cazadoras, las cuales dispuestas a devorarlos en cualquier momento. Se encuentran constantemente afectados por el tiempo de cada zona, por eso tienen que moverse de un lugar a otro. Saben interiormente que ser libres es imposible, que el acto de volar conlleva un sacrificio, y ese es la inestabiliad.
La incertidumbre de no saber que vas a encontrarte mañana, que especie te puede arrancar la cabeza y deborarte, o que placeres te depararía el día si siguieras con los que te acompañaron en tan largo viaje.
La marcha se convierte en una huida, la libertad que creían poseer se convierte en una cárcel, y aunque ellos no lo conciban, sin darse cuenta, están volando en círculos.

¿Os recuerda a algo lo que acabo de escribir?

Bingo para el avispado de la clase que lo haya deducido, el tímido se queda con la línea.

Pero hay una cosa enrevesada en todo esto que me hace reflexionar mucho sobre lo que anoté anteriormente , tengo una pequeña espinita inexplicable incrustada en la mente, la cual no me logro sacar. Ese minúsculo detalle me ronda por la cabeza desde el comienzo del post: “Estando tan expuestos al sufrimiento en sus cortas vidas, después de padecer y aguantar el aislamiento que supone para ellos desplazarse y abandonar tan continuamente sus hogares (ya anteriormente asentados), ¿cómo cojones siguen piando, cantando y disfrutando de su existencia?"

Y para esta pregunta la servidora se queda sin opciones, me quito el sombrero y me rindo ante la enigmática contestación que me queda en el tintero: ¿son felices?



viernes, 24 de diciembre de 2010

"Navidad, navidad, dulce fasedad"

Hoy rebuscaba por el diario, que curioso, a mí me gusta la navidad, pero nada, se ve que cuando era pequeña no la soportaba. Publico algunas cositas para reírme en un día como hoy.

Una ventana abierta al mundo de la hipocresía, a la mentira adornada con regalos navideños, nudos estomacales plenos de lazos rojos con los que poder apretar la cabeza de los viandantes, cenas realizadas por familias que ya casi no se ven.

Nuestra querida y esperada Navidad ha irrumpido en nuestros corazones, este termino convertido en un juego para adultos programados automáticamente. Un juego lleno de botones con varios imanes incrustados, donde el primer polo nos encamina hacia el escaparate de los pudores y el segundo polo nos retrae a salir de ella y fijarnos en otro más horripilante aun.

Vas caminando tan tranquilamente por la calle y te das cuenta de que estás bastante harta de escuchar los villancicos navideños, esos que no saben más que decir“Navidad, navidad, dulce Falsedad”, cancioncillas repetitivas con tonos pasteleros que inundan cada recoveco de las calles de toda España. Según mi criterio pienso que esas canciones tienen algún tipo de mecanismo integrado que hace que en el interior de la mente de los humanos se produzca una reacción que induzca a la compra compulsiva allá por donde vaya paseando el nombrado ser. (jajaja)

Venga, que tampoco os quiero amargar la Navidad, que sé que casi la mitad de vosotros se va a pegar la fiesta padre con la familia, que estáis igual de entusiasmados que yo con las festividades navideñas, que segurísimo que os va a encantar lo que os regalen a esta noche ¿No?

Esa es otra, ¿Quien dijo que había que comprar algo por Navidad, que ser humano tuvo la radiante idea de llenar los bajos de los pinitos de juguetitos (que al fin y al cabo terminaran en la basura de cualquier calle)?

Con lo grandioso que es ver a un niño entusiasmarse con un sólo regalo, la alegría que desprenden sus ojos cuando rompen en papel, pero sobre todo lo hermoso que es observar la ilusión con la que lo hacen. Pero ya llegó la raza humana para cagarla, ya tuvieron que venir los tíos, los primos, los abuelos, la vecina y el hombre que limpia la chimenea de la casa del rey a regalar montones de regalos a nuestros pequeños. Normal, ahora los chiquillos ya no se entusiasman por recibir un detalle, se entusiasman con las comparaciones y se enriquecen de la vanidad, del “Yo he sido más bueno que tú y por eso Los Reyes me han traído más juguetes”.
O ¿es que no nos damos cuenta cuando dos niños abren los regalos simultáneamente? Sí, que parece que con el que acaban de abrir no tengan bastante y quieran por todos los medios conseguir el regalo del chavalín de al lado. ¿Problemas de los padres? pues no lo creo, pero podría ser.

En los parques varias madres conversaban sobre los regalos que les iban a hacer a sus hijos, sobre el dinero que costaba dicho juguetito, ¡ojo! que ahora ya no son muñequitas a las que poder peinar, son máquinas y consolas en las que dentro esta dicha muñeca que vas a poder acicalar como tú más desees (sí, todo muy Matrix y realidad paralela).

Como los padres amenazan a los niños con las frases de “Si te portas mal, los reyes te estarán vigilando y no te traerán nada en Navidad”, los errores bastante frecuentes en los padres o tutores. Bajo mi punto de vista amenazar con este tipo de cosas a los niños no es nada bueno, porque después el chavalín se siente culpable de que sus amigos tengan más regalos que él.

Si la Navidad se convirtiera en una fiesta en la cual su único fin fuera unir familias bajo el calor de unas cenas sencillas, sin abusos consumistas de ningún tipo, pues me daría menos asco.

Pero como no creo que cambie nunca esta manera de verla, pues paso completamente de los días de la festividad. Lo único bueno, las vacaciones, lo único malo: todo lo demás.


miércoles, 22 de diciembre de 2010

Socorro

Esta mañana, antes de escribir la entrada anterior del post, me estuve paseando por los bloggers literarios que suelo frecuentar a menudo para ver si se cocía alguna novedad. Y sí, me llamó la atención una reseña de un libro, del cual nunca había oido hablar ni una palabra. El libro es cuestión se titulaba: “Socorro, perdón” cuyo autor es:
Frédéric Beigbeder (Neuilly-sur-Seine, 1965) es autor de otras tres novelas, un libro de cuentos y un ensayo. Durante diez años simultaneó su trabajo publicitario con colaboraciones en diferentes medios de comunicación como cronista de la noche o crítico literario en revistas, periódicos y programas de radio y televisión. Con "13, 99 euros" tuvo un éxito extraordinario, encabezando durante meses las listas de best-sellers, y de paso fue despedido fulminantemente de la agencia de publicidad en la que era un brillantísimo creativo.  
No leí ningún resumen del libro, sólo un trocito que el autor del post había querido destacar:

"En todas partes los cuerpos se pesaban como en los puestos de un mercado. Todos querían ser únicos, pero en realidad deseaban parecerse a la misma portada de revista. Y los sentimientos apenas se tenían en cuenta. Uno creía que se había enamorado, pero sólo obedecía a una campaña de Guess. Habíamos entrado en la era de la inhumanidad sexy. Evidentemente, yo no he conocido otras épocas, pero no creo que haya habido alguna en que los seres humanos hayan estado más celosos unos de otros. La gente se volvía totalmente majara desde que el egocentrismo se había erigido en la ideología dominante. Los publicitarios que decretaban el look mundial disponían de una influencia sin precedentes históricos. Las inversiones anuales en compra de espacio habrían podido eliminar diez veces el hambre en el mundo, pero se consideraba más urgente machacar caras para que los signos del lujo quedasen grabados en el 'fondo de la mente' de los hambrientos"



Y seguidamente el autor colocaba algunas frases del libro, tales como:

"Antes fingía ser normal, como todo el mundo"
"La verdadera locura aparece cuando cesa la comedia social"

"Había amado, amaría de nuevo, pero esperaba poder prescindir del amor Como además habia dejado todas las drogas duras, no veo por qué el amor debía constituir una excepción"
"Consideraba la amnesia la cumbre de la libertad; es una enfermedad bastante extendida en estos tiempos" 
 
"Creía haberme librado del pasado como uno se libra de una mujer: cobardemente, sin encararla" 
 
"Nadie olvida porque se lo ordenen"

"Las apariencias no sólo se guardan, si no que además son las que mandan"

Joder, después de leer esto ¿Quien no querría comenzar este libro?

Un placer, que no debería ser placer

Sé que hace bastante tiempo que no cojo una novel, que me planto delante de ensayos, concepciones y opiniones que dejan de lado a todos los buenos libros con los que cuestionarse millones de cosas....
Los días pasan como si fueran pesados letargos invernales parecidos a cargantes y duros destierros, por ello necesito expandir mi mente adentrándome en el interior de las páginas de los libros, para que así, el tiempo de espera hasta que florezca de nuevo el árbol de la conciencia se haga más ameno.

A todos los que nos gusta leer sabemos que este hecho es algo realmente importante,la necesidad de sumergirte en las palabras y pensamientos de los buenos escritores, observar con detenimiento como han ido trazando aventuras a lo largo del tiempo, captando cada detalle más insignificante de la historia es algo delicioso. Cuentos, relatos, reflexiones irónicas con tonos literarios podrían inundar la estancia de mi mente de un momento a otro. Escapar de la realidad en la que nos encontramos de la forma más seductora y apacible no es fácil, pero es más difícil tener el valor en adentrarte en una vida ajena, a sabiendas de que no sabrás como termina el final.
A esto lo llamo “el placer de la lectura”, el reconfortante aroma del papel danzando por tus orificios y penetrando hacia la mente de la forma más sutil e inimaginable jamás vista. Acercando todos tus sentidos a las frases que van apareciendo como cascadas una detrás de otra, sin descanso.
El ser humano hecho humano, despedazando y resquebrajando su alma en las teclas de su máquina de escribir, colocando cada sílaba inerte en una página en blanco, en las cuales las palabras nunca escuchadas cobran vida a cada línea, hasta que finalmente la forma se torna única y el autor concibe su propia visión de una historia.

Leer es algo increíble e impresionante, un hábito que la sociedad está dejando de lado. Las calculadoras, las estadísticas, y el dinero se han adueñado de la mente humana empequeñeciéndola, no le están permitiendo disfrutar de las asombrosas maravillas creadas por el hombre, de las pocas que todavía siguen en pie. En yugo de la sociedad de la economía está aferrándose cada vez más fuerte a las gargantas de los presentes humanos que viven cada día de su existencia como si nunca se fuera a acabar la vida. Necesitamos que regrese de nuevo nuestra alma, tenemos la radiante necesidad de sentirnos únicos, escondidos bajo las páginas de los libros, porque sinceramente amigos, es una de las pocas cosas buenas que hemos creado, y que ahora, aunque no lo podamos ver, la estamos perdiendo.




martes, 21 de diciembre de 2010

Un ventiuno.

Como bien sabréis, y si no lo sabéis os lo recuerdo, vivimos en un mundo aferrado al consumismo, a la rapidez y a la prisa. Acostumbrados a deambular por el centro de las calles repletas de tiendas de juguetitos inservibles, de ropa de marcas discretas y no tan discretas, habituados a las variadas y asquerosas comidas basura, a los estúpidos cartelitos de publicidad tecnológica de cualquier superficie comercial, el ser humano ha destruido su capacidad de estar sentado sin hacer nada, simplemente pensando en el curso de su día. Se nos hace difícil concebir y tragarnos una larga lista de espera en el médico, en la caja del supermercado e incluso en el cine. El relax que nos proporciona el pensamiento ha sido sustituido por la comodidad que nos ofrecen los escaparates de las aceras iluminadas de corazoncitos y estrellitas parpadeantes, esas que se parecen bastante a las alucinaciones de las drogas.
Hablando de lucecitas y gilipolleces por el estilo, como todos sabemos, la navidad, está cerca. Uno de las mejores triquiñuelas del hombre contemporáneo para gastar en comida, ropa para las cenas, regalos y visitas ha irrumpido en nuestra apacible intranquilidad. Los centros comerciales se han convertido en la ratonera de la sociedad, allí donde encontramos a todo tipo de especies adiestradas para mirar hacia todos los lados del recinto. Cuando más cosas compremos, veamos, deseemos, seremos más humanos, ese es nuestro jodido lema. Aunque no lo queramos, cuando nos absorbe el soporífero ambiente navideño, estamos perdidos.
Danzamos una y otra vez como si fuéramos patos en medio de un lago, en el cual miremos donde miremos siempre nos están echando comida para picar, una trampa engañabobos en la que caen cada día millones y millones de personas en el mundo.
¿Pero quien va a solucionar este gran problema social? ¿Tú, yo? Nadie.

El porqué de la respuesta es muy sencillo, tú estás cómodo con lo que haces cada día, te despiertas y tienes un desayuno en la cocina, leche en la nevera (la cual funciona con la luz que tú estás pagando), tostadas, mermeladas, chocolate, mantequillas, productos que por cojones has tenido que comprar en un (“Careful=Cuidado” que te van la van a clavar), o en un mercadito de conservas donde todo está sumamente más caro que en la jodida superficie comercial.
Dime una cosa, mi pequeño amiguito lector ¿Renunciarías a este básico placer de desayunar todos los días, comer lo que a ti más te gusta simplemente porque no te gusta lo que forma la sociedad? La respuesta nuevamente es NO. 
 
 

martes, 14 de diciembre de 2010

Hermosas melodías reverberando en el espacio

"Sin música la vida sería un error"
 Nietzsche (1844-1900) Filosofo alemán.

Hoy me conecto a Internet, y una de las primeras cosas que hago es encender el Soptify, cuando tengo ya la pantallita delante de mis narices rebusco entre las millones y millones de melodías que hay en este pequeño gran rincón de la Red, hasta que me topo con una vieja conocida, una melodía estremecedora, aquella que en un pasado hizo que mis ojos tuvieran el mismo color que la lluvia en otoño, unas notas delicadas y dulces que acompañaron mis ratos tristes en un pasado no muy lejano.
 Un adagio.

 Le presto atención a la música mientras que caigo en la cuenta. "El humano sabe hacer cosas buenas, menos mal"

Hablaré un poco del autor de este hermoso adagio:

Tomaso Giovanni Albinoni era un músico nacido en Venecia en 8 de Junio de 1671. Fue estudiante de violín y canto, actividades a las se quiso dedicarse sin entrar a formar parte de una corte. Formó parte de los llamados dilettanti del siglo XVIII, antecesores del artista independiente que aparecería con el Romanticismo. De este modo, se dedicó a la composición tanto vocal como instrumental.
 

Sus obras vocales cayeron pronto en el olvido, al contrario que su obra instrumental, de la que Bach tomó algunos temas. También en 1694 publicó en Venecia, donde desarrolló su actividad musical, sus Doce sonatas y Sinfonías y conciertos (1700).

En 1704 aparecieron sus Seis sonatas de iglesia para violín y violoncelo, y entre 1707 y 1722 escribió treinta y seis conciertos, en ellos se adscribe a la tradición del concerto grosso que por los mismos años desarrolló Marcelo bajo la influencia de Corelli combinando con las innovaciones expresivas de Vivaldi.


 


Mucho tiempo después, nació Remo Giazotto, un musicólogo que decidió hacer una investigación, supongo que doctoral, sobre el compositor Tomaso Albinoni, que no era muy conocido y del que aún no se habían perdido todos los documentos en el bombardeo. Hizo la catalogación de la obra del compositor, y escribió su biografía. La biblioteca fue reducida a escombros, y a Giazotto se le fue todo el trabajo al garete. Pero entonces dijo que en el último momento había encontrado una partitura, que valerosamente había rescatado de los escombros y que era un pieza que él había encontrado, pero que era de Albinoni. 

Éste dicen algunos que es el famoso Adagio en Solm.


lunes, 13 de diciembre de 2010

Sociedad líquida

 Hace unos cuantos día comencé a leer un libro titulado "El arte de la vida" escrito por el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman. Este sociólogo polaco es uno de los mejores pensadores europeo de la actualidad. Ejerce la docencia en la Universidad de Leeds y ha trabajado en el tratamiento del enfrentamiento entre postmodernidad y modernidad, la globalización, o el movimiento sindicalista obrero.

Cuando comencé a leer el libro, me percaté de que muchas de sus palabras palabras recalcaban verdades continuamente. Los párrafos estaban recubiertos con sábanas de sentimientos defensores plagados de reflexión social. Cada vez que pasaba una página sabía que estaba dejando un trozo de comprensión por el camino. Leía a una mente deliciosa, diferente, con ápices de esperanza.

Ya lo finalicé, y aunque sepa que todavía queda pendiente entre él y yo una doble lectura, comenzaré a buscar por las bibliotecas de mi ciudad uno de sus mejores libros:

 "La sociedad líquida"

 

 

Y la lectura de su argumento me convence todavía más..

 

"Ya son tres las generaciones formadas y educadas en los valores del consumo, la producción y la cultura de masas. La potencia de este modelo de sociedad, su apabullante superioridad con respecto a modelos alternativos por lo que toca a prometer felicidad y satisfacer a corto o mediano plazo esa promesa, se prueba en la eficacia de sus consignas, inmunes a toda crítica y a todos los pronósticos, por agoreros que sean. Ni la amenaza del cambio climático ni el agotamiento de los recursos naturales o las inquietantes cifras demográficas, la contaminación o las plagas o las diferencias sociales –que siguen ahí– consiguen frenar la fascinación que ejerce el consumo sobre los individuos. Para quien sufre la penuria de la escasez o la opresión, nada como ese manantial inagotable de bienes que se renuevan y se perfeccionan sin parar y se gozan y disipan en un marco de individualismo y autonomía radicales, con libertad y secularización completas, hedonismo, nomadismo sin penurias, multiculturalismo y transparencia de los flujos de información, y la perspectiva de movilidad social y enriquecimiento asegurados para quien esté dispuesto a sacrificarse trabajando duro. Así lo recordaba un exultante Schwartzenegger en el festejo de su segundo éxito electoral consecutivo en California. Schwartzenegger es la prueba fehaciente de que la sociedad de consumo no es ninguna panacea: oscuro halterófilo atiborrado de anabolizantes que acaba emparentado con los Kennedy y gobernador del estado más rico de los EE.UU"

Miradas en blanco y negro

LOS ENCUENTROS BREVES SUSTITUYEN A LOS COMPROMISOS DURADEROS. NADIE PLANTA UN LIMONAR PARA EXPRIMIR UN LIMÓN.