miércoles, 22 de diciembre de 2010

Un placer, que no debería ser placer

Sé que hace bastante tiempo que no cojo una novel, que me planto delante de ensayos, concepciones y opiniones que dejan de lado a todos los buenos libros con los que cuestionarse millones de cosas....
Los días pasan como si fueran pesados letargos invernales parecidos a cargantes y duros destierros, por ello necesito expandir mi mente adentrándome en el interior de las páginas de los libros, para que así, el tiempo de espera hasta que florezca de nuevo el árbol de la conciencia se haga más ameno.

A todos los que nos gusta leer sabemos que este hecho es algo realmente importante,la necesidad de sumergirte en las palabras y pensamientos de los buenos escritores, observar con detenimiento como han ido trazando aventuras a lo largo del tiempo, captando cada detalle más insignificante de la historia es algo delicioso. Cuentos, relatos, reflexiones irónicas con tonos literarios podrían inundar la estancia de mi mente de un momento a otro. Escapar de la realidad en la que nos encontramos de la forma más seductora y apacible no es fácil, pero es más difícil tener el valor en adentrarte en una vida ajena, a sabiendas de que no sabrás como termina el final.
A esto lo llamo “el placer de la lectura”, el reconfortante aroma del papel danzando por tus orificios y penetrando hacia la mente de la forma más sutil e inimaginable jamás vista. Acercando todos tus sentidos a las frases que van apareciendo como cascadas una detrás de otra, sin descanso.
El ser humano hecho humano, despedazando y resquebrajando su alma en las teclas de su máquina de escribir, colocando cada sílaba inerte en una página en blanco, en las cuales las palabras nunca escuchadas cobran vida a cada línea, hasta que finalmente la forma se torna única y el autor concibe su propia visión de una historia.

Leer es algo increíble e impresionante, un hábito que la sociedad está dejando de lado. Las calculadoras, las estadísticas, y el dinero se han adueñado de la mente humana empequeñeciéndola, no le están permitiendo disfrutar de las asombrosas maravillas creadas por el hombre, de las pocas que todavía siguen en pie. En yugo de la sociedad de la economía está aferrándose cada vez más fuerte a las gargantas de los presentes humanos que viven cada día de su existencia como si nunca se fuera a acabar la vida. Necesitamos que regrese de nuevo nuestra alma, tenemos la radiante necesidad de sentirnos únicos, escondidos bajo las páginas de los libros, porque sinceramente amigos, es una de las pocas cosas buenas que hemos creado, y que ahora, aunque no lo podamos ver, la estamos perdiendo.