viernes, 25 de febrero de 2011

Ich lache

Burlando la parca, burlando el ponerme frente a frente ante la guadaña.

Las ganas de coger el portátil para escribir son bastante nulas últimamente. No es porque los días sean bastante pesados, ni porque esté mal anímicamente para escribir cuatro lineas en un papel. La razón es otra distinta, muy diferente.
No tengo ganas de escribir, así, a secas, no me apetece pulsar las teclitas del ordenador, no quiero plasmar lo que siento en este blog, no tengo necesidad de hacerlo, aunque me guste. Por ello últimamente en vez de escribir estoy poniéndome al día en libros y en películas, que en verdad esos temas los tenía bastante olvidados. He sacado los polvorientos recuerdos de los cajones y he decidido enfrentarme a ellos.

A ver si para mas adelante me animo en escribir algo con más sustancia..


martes, 15 de febrero de 2011

Oda a las cosas rotas

Se van rompiendo cosas
en la casa
como empujadas por un invisible
quebrador voluntario:
no son las manos mías,
ni las tuyas,
no fueron las muchachas
de uña dura
y pasos de planeta:
no fue nada y nadie,
no fue el viento,
no fue el anaranjado mediodía
ni la noche terrestre,
no fue ni la nariz ni el codo,
la creciente cadera,
el tobillo,
ni el aire:
se quebró el plato, se cayó la lámpara,
se derrumbaron todos los floreros
uno por uno, aquél
en pleno octubre
colmado de escarlata,
fatigado por todas las violetas,
y otro vacío
rodó, rodó, rodó
por el invierno
hasta ser sólo harina
de florero,
recuerdo roto, polvo luminoso.
Y aquel reloj
cuyo sonido
era
la voz de nuestras vidas,
el secreto
hilo
de las semanas,
que una a una
ataba tantas horas
a la miel, al silencio,
a tantos nacimientos y trabajos,
aquel reloj también
cayó y vibraron
entre los vidrios rotos
sus delicadas vísceras azules,
su largo corazón
desenrollado.

La vida va moliendo
vidrios, gastando ropas,
haciendo añicos,
triturando
formas,
y lo que dura con el tiempo es como
isla o nave en el mar,
perecedero,
rodeado por los frágiles peligros,
por implacables aguas y amenazas.

Pongamos todo de una vez, relojes,
platos, copas talladas por el frío,
en un saco y llevemos
al mar nuestros tesoros:
que se derrumben nuestras posesiones
en un solo alarmante quebradero,
que suene como un río
lo que se quiebra
y que el mar reconstruya
con su largo trabajo de mareas
tantas cosas inútiles
que nadie rompe
pero se rompieron.





sábado, 12 de febrero de 2011

La única certeza es la incertidumbre.

Hace 20 años hablé de una sociedad que ya no mantendría la ilusión de que todo cambio acarrearía una solución permanente. Lo llamé la modernidad líquida. Pero yo nunca hago predicciones. Solo soy sensible a lo que veo.

--¿Y qué ve?
--Hace poco vi un anuncio en televisión sobre un rímel.

--¿Se refiere a la máscara de ojos?
--Sí. Aseguraba el espot que ese rímel duraba un largo plazo: 24 horas. Inmediatamente lanzaba un mensaje tranquilizador: "En cualquier momento se lo pueden retirar con agua tibia". El término largo plazo es impopular.

--Intranquilizador.
--Cuando yo era joven, podías ir a la Ford o la General Motors, entrar como aprendiz y jubilarte allí. A partir de esa seguridad, montabas una familia, te comprabas la casita y te hacías un seguro. Eso se acabó. La estadística dice que el joven que acaba la universidad cambiará ocho veces de empleo antes de los 35 años.

--Entre tanta mudanza, ¿qué certeza nos queda?
--Blaise Pascal, matemático y filósofo francés del siglo XVII, escribió sobre el temor que provocaba la propia temporalidad frente a lo eterno, a lo inalterable, del mundo. Esa relación se ha invertido. Hoy es el mundo el que cambia continuamente, y la certeza está en la propia existencia.

--¿Sobrevivo, luego existo?
--Algo así. Los bancos, las empresas, los gobiernos, los regímenes, los estilos de vida, las pertenencias se han contraído. Las expectativas se han abreviado y, mientras, tenemos una mayor esperanza de vida. La conclusión razonable que extrae la gente es que tiene que sobrevivir, que centrarse en sí misma. No se puede fiar de nadie más.

--No es una situación óptima.
--El impulso de la economía de los últimos 30 años, con crestas de mayor opulencia, se basó en el crédito. Hoy todo el mundo está endeudado. Al parecer, la deuda de Estados Unidos es de siete trillones de dólares. Personalmente, creo que esta crisis es el producto del éxito del sistema, no de su fracaso. Un banco tiene éxito cuando concede muchos préstamos. Y han convertido a toda la población en una nación de deudores. Frente a eso hay que replantear los principios en los que se basa nuestra economía.

--¿Sugiere una orientación hacia la austeridad?
--Eso sería un cambio en la forma de vivir, pero yo sugiero un cambio en la forma de pensar. Hay que pensar, por ejemplo, qué significa una vida decente, la felicidad, lo que debe ser la finalidad de nuestra existencia. La gente joven ha sido formada en las expectativas, en que siempre habrá más de todo... Pero hay una segunda cosa que nos obligará a reconfigurar el modelo.

--Usted dirá.
--Nos enfrentamos a la crisis climática, a la destrucción de los medios tradicionales de subsistencia, al agotamiento de los recursos.

--Dios, Estado, familia, trabajo, naturaleza. Un hundimiento general.
--Desde la perspectiva de mis 83 años, al mirar hacia atrás, veo el itinerario como un cementerio de expectativas. Todos los acontecimientos importantes del siglo XX se produjeron de forma inesperada. La única certeza que tenemos es la incertidumbre.

--La incertidumbre produce miedo, y el miedo resta libertad.
--Bueno, está la libertad de lo desconocido. No sabemos qué sucede y, lo peor de todo es que, aunque lo supiéramos, tampoco podríamos hacer nada.

--A todo esto, ¿qué pasa con la cultura?
--La cultura se ha convertido en un almacén de productos previstos para el consumo. Consiste en ofrendas, no en normas. En la vida líquida no hay gente que educar sino que hay clientes que seducir. Los artículos y sus anuncios buscan excitar el deseo. El sistema se ha dado cuenta de que no se puede ganar dinero imponiendo.

--¿Qué le parece a usted este panorama, profesor?
--Todo lo que enseñé a mis estudiantes está patas arriba. Eso es muy, muy interesante. Obliga a replantearse muchas cosas.

--Falta que haya ganas.
--Vivimos en un planeta de diásporas. Basta con pasear por ciudades como Barcelona para darse cuenta de que hay culturas distintas en la calle. El mundo que conocíamos de la bildung alemana, de la formación, ya no existe. Antes, cuando los niños nacían ya sabían cuáles eran las reglas del juego, qué debían memorizar. Y, si se desviaban de la norma, estaba la familia para cambiar la situación, o para ocultar. Ese mundo se acabó. 

 

viernes, 11 de febrero de 2011

V de Venganza


"He visto con mis propios ojos el poder de las ideas. He visto a gente matar por ellas y morir por defenderlas. No se puede besar una idea, ni tocarla o cazarla; las ideas no sangran, no sufren, y tampoco aman. Pero yo no echo de menos una idea, echo de menos a un hombre".

"¿Es lo que crees en realidad? ¿O es lo que ellos quieren que creas?"

"Nuestra integridad vale tan poco... pero es todo lo que tenemos, es el último centímetro que nos queda de nosotros. Si salvaguardamos ese centímetro, somos libres".



"-¿Quién eres tu?
-"Quién" es solamente la forma de la función "qué", ¿y que soy? un hombre con una máscara.
-Sí, eso ya lo veo.
-Naturalmente... no cuestiono tu capacidad de observación, simplemente señalo lo paradójico que es preguntarle a un hombre enmascarado quién es".

Seguir luchando cuando ya no queda absolutamente nada por lo que luchar

miércoles, 9 de febrero de 2011

Simple

Esa voz melancólica que hería al silencio...
¿Por qué todas aquellas sombras han nublado todos mis días?

GP

El corría, nunca le enseñaron a andar,
se fue tras luces pálidas.
Ella huía de espejismos y horas de más.
Aeropuertos. Unos vienen, otros se van,
igual que Alicia sin ciudad.

El valor para marcharse,
el miedo a llegar.

Llueve en el canal, la corriente enseña
el camino hacia el mar.
Todos duermen ya.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.

Un instante mientras los turistas se van.
Un tren de madrugada
consiguió trazar
la frontera entre siempre o jamás.

Llueve en el canal, la corriente enseña
el camino hacia el mar.
Todos duermen ya.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.

Ella duerme tras el vendaval.
No se quitó la ropa.
Sueña con despertar
en otro tiempo y en otra ciudad.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.
 
 

sábado, 5 de febrero de 2011

Divagaciones

Paz, estabilidad y tranquilidad, tres de las palabras más deseadas de este mundo.
A veces no nos damos cuenta de su poder efectivo y las dejamos volar cuando las tenemos apretadas en las palmas de nuestras manos. La facilidad con la que una persona elimina las cosas agradables de su vida es francamente pasmosa. Tenemos la mala costumbre de no darnos cuenta de lo que nos rodea habitualmente, mientras que al mismo tiempo nos percatamos de todo ello demasiado tarde.
Desear lo que la persona ajena posee es de gente envidiosa, pero anhelar lo que antes tuviste y ahora no tienes es de frustrados. Mayormente las posibilidades de perder cosas importantes aumentan con el tiempo, conforme van pasando los años las personas se vuelven más reacias a conservar lo realmente importante, la vanidad, el recuerdo y el rencor se va apoderando lentamente de nuestras mentes, empequeñeciendolas y sumergiéndolas en nuestro propio fuero interno.
Cuando los días trascurren más rápido que los segundos en el minutero, los ojos con los que antes mirábamos las cosas van cambiando de color. Muchos pueden achacarlo a la experiencia, otros al odio por lo humano, y otros a las grandes barreras que han superado en la mas helada soledad.
Cada vez más solemos avergonzarnos y rehuir del pasado, tememos contarlo de nuevo para no causar aquella impresión olvidada, tratamos de no recordar las miradas cargadas de odio que nos observaban tras las cortinas de lágrimas hiladas por el miedo. Nos escondemos detrás de nuestras memorias más temibles con tal de que no nos descubran, o mejor dicho, para que los demás no se percaten de que todavía seguimos ahí, de pie.

Yo sé que un ser humano es dueño de su libertad condicionada (por la cultura “x” ideales), él es el que decide por que camino andar en cada instante y que decisión tomar acarreando sus duras o buenas consecuencias en todo momento. Pero, a veces somos tan imbéciles y estamos tan ciegos ante los actos de otros, que no conseguimos fijarnos en lo moralmente bueno y agradable para el alma.
Los sentimientos se vuelven los más pasotas de la clase de la vida y terminan dándonos la espalda, aquellos susurros cálidos acaban convirtiéndose en frases ahogadas, plagadas de preguntas sobre nuestra existencia, la paz se vuelve eterna, irascible, mortal, mientras que la estabilidad que nos habíamos forjado se convierte en una carcel intranquila en la cual estamos condenados a permanecer hasta el fin de nuestros días. Y todo esto lo terminamos costruyendo nosotros, con nuestros ideales y nuestras formas de vida, con las miradas prejuiciosas que le echamos todos los días al mundo, con el perfume marca “odio” que llevamos impregnado en nuestros débiles y consumidos cuerpos.
Nosotros, y sólo nosotros construimos nuestra cárcel, rompemos la estabilidad y nos creamos interiormente una intranquilidad que traspasa cualquier límite personal.

Joder, en realidad este juego no es tan difícil, simplemente tienes que intentar dejarte guiar por el enemigo para finalmente asestar la estocada que lo llegue a derribar. Únicamente debes hacer caso a la razón y a la lógica para poder terminar con bonos adicionales la partida.